Click acá para ir directamente al contenido

Cultura

Daniel Hopenhayn: “Entrevisto gente para entender lo que pasa, no estoy haciendo una colección de intelectuales”

Daniel Hopenhayn: “Entrevisto gente para entender lo que pasa, no estoy haciendo una colección de intelectuales”

Acaba de publicar "El entuerto chileno", donde reúne conversaciones con 21 personajes públicos que reflexionan y diagnostican lo que ha pasado estos últimos años en el país. A partir de eso, aquí como entrevistador entrevistado, Hopenhayn comparte las conclusiones que le ha ido dejando este ejercicio de mirar Chile a través de los ojos de otros.

Por: Por Patricio De la Paz - Fotos Verónica Ortíz | Publicado: Viernes 15 de septiembre de 2023 a las 07:00
  • T+
  • T-

Después de casi una década haciendo entrevistas -publicadas por años en The Clinic, y hoy en La Tercera y Revista Santiago-, Daniel Hopenhayn (42) dice que lo que ha aprendido en este ejercicio es que “la verdad está muy repartida por todas partes. Ha coincidido con mi pérdida de juventud también, de esa pasión de creer que uno tiene la verdad y que los problemas del mundo no se arreglan porque uno no está siendo escuchado. Ese es un mal que se te va pasando”, explica, sentado en un café de Providencia, con un capuccino y dos medialunas sobre la mesa. 

Su rol, insiste, no es ser juez de quienes aceptan ser contraparte en sus conversaciones e instalarse frente a su grabadora -y a su teléfono, que siempre usa como respaldo extra-. Sino, por el contrario, ser un mediador. “Mi labor, para decirlo corto, es llevarle la contra al entrevistado, con preguntas que tengan sentido, con el objetivo de que él pueda desarrollar mejor su argumento; no para demostrar que está equivocado”, dice.

Y su labor está ahora en un libro que apareció hace unas semanas y que compila 21 entrevistas realizadas entre 2015 y 2022, más una serie de fragmentos -ordenados por tema- de otras varias. Incluye nombres como Carlos Peña, Kathya Araujo, Daniel Mansuy, Gabriel Boric, Sol Serrano, Noam Titelman, Ricardo Lagos y Josefina Araos, entre otros. Es la voz de un mundo intelectual y político que se ha ido convirtiendo en el territorio en que se mueven las conversaciones de Hopenhayn, a quien por eso muchos califican como el entrevistador de los intelectuales. Algo que a él no le acomoda, según explicará en esta charla con DF MAS donde le tocó ser un entrevistador entrevistado.

El título del libro, El entuerto chileno. Visiones encontradas de un país confundido, es preciso para describir lo que él ha visto durante estos últimos años: que pese a que el debate intelectual en la sociedad chilena ha sido virtuoso, es a la vez errático. Eso porque comienza a partir de una crisis, frente a la cual se dieron reflexiones y diagnósticos nuevos, pero esa crisis lejos de encontrar salidas sólo se ha ido agrandando. Y en medio, un Chile contradictorio y confuso que -como lo demuestra en la calle y en las urnas- parece no hacer caso de las verdades absolutas que se suceden una tras otra. “Más que un problema, un entuerto”, escribe Hopenhayn en el prólogo.

El oficio

- ¿Cómo alguien se transforma en entrevistador?

- En mi caso, me transformé en entrevistador gracias a que no me di cuenta que me estaba ocurriendo eso. No estudié Periodismo. Estudié Antropología un año y medio, no tengo título.

- Un periodista hecho a sí mismo.

- Claro. Entonces recibo todos esos elogios de ser el autodidacta. Partí trabajando en tele, en entretenimiento, y poco a poco transité hacia prensa escrita, que veía como mi hábitat más natural. Fue el 2014, mientras se juega el Mundial. Llegué al Clinic a hacerme cargo de Cultura, pero el personal era escaso y había que empezar a hacer entrevistas nomás. Me parecía un género abordable; y como siempre que a uno le va más o menos bien en algo, persistes. Una de las razones por las que me iba mejor en las entrevistas es porque es un género que se adapta bien a esta economía de la tensión, es más fácil atrapar a un lector con un diálogo que con un artículo. Una narración escrita no tiene la dramaturgia de la entrevista. 

- Un buen entrevistador, ¿es producto de una dedicación al oficio o es un don?

-Hay dos cualidades principales. Una es saber meterse en la cabeza de otro sin que tu ego interfiera demasiado. Quizás esa sea una de las explicaciones de que, al menos en periodismo escrito, la entrevista haya sido un género mejor cultivado por mujeres. Y la segunda es saber editar bien un texto. La diferencia entre una transcripción y una buena entrevista es un buen periodista.

"Hay que saber meterse en la cabeza de otro sin que tu ego interfiera demasiado. Quizás esa sea una de las explicaciones de que, al menos en periodismo escrito, la entrevista haya sido un género mejor cultivado por mujeres"

-Decías que años de entrevistas te han enseñado que la verdad está repartida por varias partes. ¿Qué más has aprendido?

-Uno aprende a hacer el mayor esfuerzo por ser ecuánime. Por tratar igual a quienes dicen cosas que no te agradan tanto y quienes sí lo hacen. Es un doble ejercicio: está el ejercicio de empatía, tratar de meterse en la cabeza del otro para poder reflejarlo bien en la entrevista, y también hay un ejercicio de neutralidad, digamos de impersonalidad, de aplicar ciertos criterios de justicia. El abuso de poder es muy utilizado para referirse a otros asuntos, pero poco tratado en el periodismo. Quizás los medios no tenemos el poder de influir sobre la sociedad que teníamos en otro momento, pero los periodistas sí tenemos el poder de perjudicar a personas individuales.

- ¿Cuál fue tu primera entrevista?

- Sergio Nakasone. Él venía recién saliendo de algún reality, pero no lo entrevisté por eso. Por el Mundial, teníamos que entrevistar a un fanático enfermo por el fútbol y se me ocurrió Naka.

- ¿Alguna entrevista que sueñas y no has logrado?

- La entrevista de tantas personas que murieron. Pato Manns, Juan Radrigán, Jaime Celedón, la Julita Astaburuaga.

- ¿Y del mundo de los vivos?

- Son tan fomes los vivos… No, hay personas que todavía están de este lado, pero a las que me da pudor o culpa molestarlas. Tienen más de 90 años y me encantaría entrevistarlas, pero las voy a dejar tranquilas. Gastón Soublette, por ejemplo.

Daniel Hopenhayn hace una pausa. Bebe un sorbo de su capuccino. Muerde una de las medialunas. “Falta decir que estoy muy incómodo”, confiesa. 

-¿Por qué estás tan incómodo como entrevistador entrevistado? 

- Porque soy una persona que le gusta hacer preguntas y no tener respuestas. Eso es cierto. Pero la otra parte de la verdad es que ponerse de este lado de la mesa implica ceder el control y no me había dado cuenta de eso hasta este momento. Cuán cómodo me siento teniendo el control, siendo yo quien decide de qué se habla, hasta cuándo se habla y cómo se edita.

"Ponerse de este lado de la mesa implica ceder el control y no me había dado cuenta de eso hasta este momento. Cuán cómodo me siento teniendo el control, siendo yo quien decide de qué se habla, hasta cuándo se habla y cómo se edita"

Perder y recuperar la razón

- ¿Por qué reunir entrevistas del 2015 al 2022 y publicarlas como libro?

- Creo que la respuesta tiene una razón principal, que me movió antes de lanzarlo, y otra más poderosa, de la que me doy cuenta después. La primera es que en el momento en que la solución reformista de la Nueva Mayoría derrapa en tanto solución a la crisis, se inicia un ciclo de debate intelectual que fue muy rico porque hay que volver a entender a la sociedad chilena. Con miradas ideológicas diversas, se producen diagnósticos para entender cosas que antes no se entendían, pero desgraciadamente se leen y acogen desde una competencia muy binaria entre quien tiene toda la razón y quien está totalmente perdido. Siempre la hegemonía se turnaba, primero tenía toda la razón Carlos Peña, después Atria y así. Y creo que desde el plebiscito del 2022, cuando gana el Rechazo, por lo menos en los ambientes más reflexivos hay cierta conciencia de que los movimientos de las urnas y de la calle tienen su propia dinámica. 

- ¿Hay que repensar todo?

- Se puede volver a revisar estos intentos de comprender a la sociedad, entendiendo que ninguno tiene toda la razón, que en todos hay verdades que hay que incorporar, y que a su vez estas verdades incompletas necesitan ser complementadas con otras. Entonces se me ocurrió que con fecha de corte del plebiscito, de ahí para atrás era un buen momento para juntar estas lecturas de la sociedad chilena para darnos una nueva oportunidad de ponerlas en relación, que fue el ejercicio que no se hizo.

- Hablabas de una segunda razón para publicar el libro, que apareció después.

- Sí. Los debates que aparecen allí hoy están muertos. No estamos hablando de ninguna de esas cosas. Para resumirlo: el debate sobre el poder se tragó el debate sobre la sociedad; y lo que está en el libro es el intento de comprender a la sociedad. Y claro, por un lado, se podría decir que es un mal momento para sacar el libro. Pero por otro, tengo más argumentos para defender su necesidad. Todas estas entrevistas, y es el criterio por el cual las elegí, intentan comprender el proceso social y político de la sociedad chilena en plazos más o menos largos. Todos esos procesos continúan y ninguno de los problemas allí observados ha sido resuelto. 

"Los debates que aparecen allí hoy están muertos. No estamos hablando de ninguna de esas cosas. Para resumirlo: el debate sobre el poder se tragó el debate sobre la sociedad; y lo que está en el libro es el intento de comprender a la sociedad"

-¿Estamos enfrascados en discusiones demasiado pequeñas?

- Pareciera que la discusión hoy es si tal partido pasa la máquina o cómo Boric capea la tormenta. Entiendo que el poder es atractivo, pero creo que de aquí a tres, cuatro años más, cuando miremos lo que estamos hablando ahora, vamos a decir: ¿por qué nos importó tanto? Es parte del problema, sin duda, pero que el sistema político vaya camino a la parálisis también tiene que ver con lo que le está pasando a la sociedad. Hay una especie de fascinación por estas peleas absolutamente menores, que son puros gallitos de fuerza entre la oposición y el gobierno. No se está jugando ningún proyecto de futuro. 

- En tu libro hay nombres y diagnósticos muy disímiles. ¿Cuál de esas entrevistas sigue muy actual frente al escenario de hoy?

- Todas las puse porque creo que cumplen con esa condición. O sea, no creo que haya ninguno que se la haya jugado por un diagnóstico que está refutado. Todos están viendo realidades que existen.

- ¿Algo que te sorprendió especialmente después de releerlas?

- Después de tantas curvas, al mirarlas para atrás, lo que más me sorprendió es de cuántas maneras se puede tener razón. Uno puede tener la razón, perderla, recuperarla, tener toda la razón, después tenerla más o menos, después cero, después volver a recuperarla. Incluso uno puede llegar a tener la razón años después. Es el caso, creo, de la entrevista que le hice a Ricardo Lagos en 2015. Era una entrevista buena, quizás hasta un poco fome, pero leída hoy cuánto esfuerzo en vano nos habríamos ahorrado siguiendo los caminos constitucionales que él proponía entonces.

Con Boric, con Peña

- Incluyes una entrevista a Boric, de enero de 2020. ¿No imaginaste que dos años después asumiría de Presidente? 

- En ese momento me imaginaba que su futuro era escribir su libro de poesía del que tanto ha hablado. Sí me parecía que era alguien que se sentía cumpliendo una misión, y que se había ganado el derecho a descansar un rato.

- Venía saliendo del estallido y de la firma del acuerdo constitucional. ¿Así que esa fue la impresión que tuviste con él?

- Sí. Aunque creo que después de ese episodio y cuando lo nombran candidato a Presidente, él sacó una fuerza distinta a la que había mostrado antes. Yo lo vi como alguien en una actitud introspectiva, un poco incompatible con ser Presidente en dos años más. Además, yo no estaba preparado para concebir a un Presidente de Chile menor que yo. Es como que Lagos sea tu hermano chico, una cosa un poco inaceptable. Pero ojo: los mayores que ahora ningunean a Boric, que lo consideran un muchacho insolente con ínfulas de estadista, no entienden que lo van a necesitar por mucho tiempo. Es de los pocos mediadores que van a tener con las generaciones que vienen más abajo, al lado de las cuales Boric es casi un reservorio de la cultura política del siglo XX.

- ¿Te gustaría volver a entrevistarlo? 

-El 12 de marzo del 2026 (el día después de dejar la Presidencia). Entrevistarlo cuando no haya nada por lo cual pedirle cuentas en términos de periodista fiscal. Me encantaría que hiciera una reflexión abierta sobre la manera en que se le dieron vuelta tantas cosas que hicieron y dijeron él y su grupo los años previos a entrar a La Moneda. Pero una reflexión en serio, interesante, no un mea culpa. Algo que nunca voy a pedirle a un entrevistado es que haga un mea culpa; esa pregunta me enferma.

"Los mayores que ahora ningunean a Boric, que lo consideran un muchacho insolente con ínfulas de estadista, no entienden que lo van a necesitar por mucho tiempo. Es de los pocos mediadores que van a tener con las generaciones que vienen más abajo"

- ¿No has entrevistado a un Presidente en ejercicio?

- Nunca. 

- ¿Por qué?

- No tengo el carácter de ir a esa pelea. A mí me tiran flores por hacer conversaciones constructivas, donde uno escucha y no se pone a juzgar, pero hay que reconocer que un periodista que está obligado a entrevistar autoridades que tienen que rendir cuentas no la tiene tan fácil.

- ¿Te repites entrevistados?

- Tengo una ventana mínima de cuatro años, porque me parece que el Mundial no se puede jugar más seguido que eso. Lo hice con Manuel Canales. A Ernesto Rodríguez lo entrevisté dos veces. Pero lo evito, porque es como competir con uno mismo también. Hacer otra entrevista a la misma persona es como reconocer que tampoco es tan importante la que ya le hiciste.

- A Carlos Peña lo has entrevistado dos veces. En el libro, en 2016, y el domingo pasado en La Tercera. ¿Cuánto ha cambiado su lectura del país en siete años?

- Él diría que no, que su diagnóstico no ha mostrado falencias y eso le impide modificarlo.

- Eso según él; ¿y según su entrevistador?

- Según su entrevistador, sigue siendo el mismo pero con un pequeño giro socialdemócrata. Durante Bachelet 2, como peleaba con el discurso 2011, él enfatizaba la autonomía, la meritocracia o el consumo como valores dominantes. Pero ahora, como la derecha ha hecho de la “libertad de elegir” un mantra existencial, Peña vuelve a poner el acento en los derechos sociales y en evitar que el origen de clase defina el destino de las personas. No voy a poner en su boca la palabra fraternidad, porque se sentiría calumniado como liberal y como persona. Pero entiende, siempre entendió, que la autonomía y la solidaridad tienen que converger en algún punto. Y hasta quizás se le podría imputar un reconocimiento tácito de que el estallido no fue puro malestar cultural y generacional.

Los intelectuales

- Llama la atención que en las entrevistas del libro incluyas la de Álvaro Díaz, uno de los creadores de 31 Minutos. Es distinto al resto. ¿Cuál es el gesto ahí?

- Es un gesto de aceptación al hecho de que a esa entrevista le fue muy bien. Si el tema del libro es la trayectoria de la cultura política chilena en los últimos años, creo que él ahí aborda un fenómeno que no saben tan bien los intelectuales de profesión: cómo los modos de la farándula habían colonizado el debate político, cuestión que sigue ocurriendo. También fue un gesto de rebelión, decir “me da lo mismo que se le pueda poner o no el cartel de intelectual, él vale por lo que dice”. Al final entrevisto gente para entender lo que pasa, no estoy haciendo una colección de intelectuales.

- En todo caso, por los personajes que eliges, te llaman el entrevistador de los intelectuales. ¿Te incomoda o te halaga?

- No me acomoda tanto.

- ¿Por qué?

- Porque no le exijo la condición de intelectual a una persona para entrevistarla.

- Pero si uno revisa la lista de tus entrevistados…

- Sí, evidentemente, pero entrevistador de intelectuales, asumámoslo, suena feo. Me parece que el público lector chileno que es fanático de la política me ha obligado a reconocerme en ese perfil. Reconozco que es lo que he tenido que vender, pero en algún momento me voy a deshacer de eso. 

- ¿Cómo?

-En algún momento espero ampliar un poco más el giro y no ser tan encajonado en el rubro de los intelectuales. Porque la verdad me interesa estar entrevistando poetas, artistas o conversadores sin profesión. Quizás con eso soy más pobre, pero más feliz.

"Entrevistador de intelectuales, asumámoslo, suena feo. Me parece que el público lector chileno que es fanático de la política me ha obligado a reconocerme en ese perfil"

A 30 años del redescubrimiento del Carménère, un documental y un vino para celebrar

Esta semana la Viña Carmen se engalanó para rendir homenaje a un nuevo aniversario del hallazgo que marcó la historia vitivinícola nacional y también mundial. La cepa perdida durante más de un siglo fue redescubierta en esas mismas tierras hace tres décadas por el ampelógrafo Jean-Michel Boursiquot, quien viajó a Chile para asistir al evento. Se presentó además un documental que contará esta increíble historia y un vino especial para la ocasión. Razones de sobra para brindar.

Trama: la cultura como inversión

Acercar el arte a las personas, pero a la vez utilizarlo como herramienta para movilizar procesos de participación y rescate urbano, es lo que mueve a Trama, una organización que se define como un aliado estratégico para instituciones y empresas que buscan transformar ciudades.

SIGUIENTE »
« ANTERIOR